
Soñé que atravesaba la selva
-nos dijo un día su cansancio y sacudió briznas de hojas, ramujos vegetales, como si arrancara una raíz fresca y honda.
Después lo perdimos de vista.
"Debió regresar a su sueño" -pensé, recordando que en esa ocasión traía roto el vestido y tuvieron que extraerles espinas y astillas de árboles inusitados, de palmas y árboles inusitados.
Pero una mañana volvió. Pudimos entenderle que estuvo soñando con una puñalada.
-Aquí, miren.
Se desgonzaba su fuerza cuando preguntamos qué le había ocurrido. Logró apoyarse en un brazo y levantar la cabeza, pero volvió a caer. Sin tiempo de responder si la sangre era también parte de su sueño.
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