viernes, 5 de noviembre de 2010

El blues de Boggie -Nicolás Rojo-.

1-
No se trata de una vaga niebla sobre la superficie de las cosas,mas bien es esta rara música que trepa mi abrigo bajo la lluvia, detrás de mis ojos, mas arriba de la nueve milímetros.


2-
Los tipos rudos como nosotros, me dijo Heredia, jamás deben enamorarse. Mucho menos darles importancia a los sentimientos. Éstos, son perniciosos en esta jungla sin sentido, -completó- mientras acomodaba su sombrero mirando de soslayo.


Pero en caso de que algo suceda, de que ésto sea inevitable, la táctica más benéfica en caso de escape (la que menos daños nos produce) es la de ocultar las palabras, retacearlas, alimentando los silencios, delimitando los espacios. Hacer un uso discreto de poder de la decisión.


A veces, es necesario desembarcar brutalmente en la playa de las dudas. Nunca mirar de frente; buscar el punto más lejano, fumar con fuerza. Alejarse de los perfumes peligrosos y de las estrategias de los cuerpos (jamás permitirles incidencias).


3-
Me alejo mientras sigue lloviendo en la claridad de los otros. Subo al coche. Sinatra canta "Somethin 'Stupid". Sé que Heredia tiene razón: trato de asesinar tu contorno de guitarra en mi mente, tu sonrisa en mi boca, mis ojos en los tuyos. Desesperado y roto, abro el corazón con mis manos y arranco tu nombre de mi costado izquierdo.




Un poco menos tranquilo, fumo y pienso en el próximo trabajo. Tristemente se diluye la gente en el asfalto.





martes, 10 de agosto de 2010

Mucho más allá (Alejandra Pizarnik).











¿ Y si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?

¿Y qué?
¿Y qué me das a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?



¿A qué , a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida .
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados , este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
"¿es que yo soy? ¿ verdad que sí ?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?".



Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues esto es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.




domingo, 16 de mayo de 2010

La calle






Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie. 




viernes, 19 de marzo de 2010

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj - Instrucciones para dar cuerda al reloj

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para dar cuerda al reloj
Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Julio Cortázar.